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Chronica naturae, 7 (2018).  ISSN: 2253-6280

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Editorial

Chronica naturae, 7: 4 (2018)

La importancia de las entidades no gubernamentales en la investigación y conservación ambiental.

¡¿Investigación?! ¡Eso sólo se hace en las universidades!”. Ante esta afirmación, realizada no hace mucho tiempo por un investigador de una Universidad, una pequeña entidad conservacionista, por poner un ejemplo, tendría que haber tirado la toalla y no haber seguido trabajando hasta conseguir levantar la mayor información científica existente hasta hoy día sobre una especie endémica y amenazada de nuestros mares, lo que ha permitido, entre otras cosas, conocer los aspectos esenciales sobre la biología de esa especie y cambiar y mejorar la gestión de sus poblaciones.

Como todo, la ciencia debe ir evolucionando y no debe mantenerse estancada ni centralizada en los grandes entidades como Universidades, Museos o Centros de Investigación, ya que es un hecho que existen cada vez más entidades y organizaciones que hacen ciencia e investigación, enmarcadas en diferentes escalas legales y sociales. De hecho, este tipo de entidades pueden llegar a ser más ágiles y eficientes a la hora de realizar ciertas investigaciones, sobre todo en lo que a tiempos se refiere.

Se reconocen distintas causas que pueden mermar el éxito de una investigación o el objetivo de ser comunicada a los sectores interesados: el celo por publicar datos científicos en revistas de alto impacto hace o puede hacer que la ciencia sea eficaz, pero muy poco eficiente. El procesamiento de datos, los procesos de evaluación de determinadas publicaciones y la falta de tiempo de los grupos de investigación implicados puede ralentizar el resultado final. A esta ineficiencia se le podría sumar otro celo o recelo investigador, que es el involuntario o voluntario “apropiamiento” de especies, hábitats, ecosistemas o, incluso, áreas geográficas, que en muchos casos hace que las investigaciones no puedan llegar a materializarse o publicarse. Aunque aquí entra en juego la conocida falta de medios o financiación como elemento desestabilizador, hay que apuntar que en ocasiones a esto se une la falta de colaboración intra o interinstitucional, que podría paliar la falta de recursos en ciertas ocasiones.

La competencia feroz entre investigadores e instituciones puede estar haciendo que la ciencia involucione. Es por ello, que el papel de ciertos agentes no involucrados en esta competencia puede ser primordial para la ciencia. En la actualidad, existen entidades que crean nexos de unión entre grupos, colaborando a todo los niveles en la ejecución de proyectos, muestreos y demás, desarrollando colaboraciones naturales, limpias y eficientes. Esta dinámica se conforma como actividad aireadora de esa ciencia a veces anticuada, y además construye puentes hacia la ciudadanía, ofreciendo una ciencia más fresca y cercana a través de lo que se conoce como por ejemplo la ciencia ciudadana.

Algo que sin duda funciona para evolucionar hacia una ciencia cada vez más transparente es el diálogo, que en estos tiempos que corren precisa de ser vital para solucionar enquistamientos. Tratar de plantear proyectos conjuntos entre grupos o investigadores cercanos con objetivos convergentes así como el compartir información y citar fuentes y estudios, vengan de quien vengan, es primordial para el cambio hacia una evolución sana y constructiva de nuestra ciencia. Compartir y difundir, he ahí la cuestión.


Comité editorial de Chronica naturae. Febrero, 2018.